LLegaba el 24 de noviembre, el día que hace tiempo tenía marcado en mi calendario atlético, se celebraba la 29ª edición de la Media Maratón de Córdoba. Esta media maratón es y siempre será especial para mí, pues fue en su 28ª edición la primera vez que afronté los 21.097 metros de una media maratón. Aquel día fue sin duda uno de los días de mi corta carrera como atleta que más sufrí para terminar una carrera, ya que la anemia encubierta que padecía hizo que mi rendimiento fuera pésimo, sufriendo desde el primer kilómetro y viendo como me pasaban los atletas sin tener capacidad alguna de reacción, y lo que es peor, padeciendo un intenso dolor en mis cuadriceps que no acababa de comprender. En aquella ocasión mi marca 1:27:25, no estaba mal para ser la primera vez, si bien las sensaciones durante la carrera no habían sido para nada buenas, aunque mi capacidad de sufrimiento hizo que ese tiempo no fuera aún mayor.
Posteriormente había afrontado las Medias Maratónes de Almagro y Alcázar de San Juan, obteniendo resultados sorprendentes respecto a mi primera media en Córdoba, sobre todo en la primera de ellas, la que hasta ayer era mi marca personal en la distancia, 1:18:29. Mi sensación en estas dos carreras fueron de que había mejorado mucho pero no había tocado techo en esta distancia, que antes o después mejoraría y ayer fue el día.
Afrontaba mi 4ª media maratón sin presión alguna, sin una preparación específica para esta distancia pero con la única certeza de que estaba haciendo entrenamientos de calidad con mis compañeros de entrenamiento, Juanma , Pineda, Musta, Juan de la Cruz, Martín, etc., todos asesorados por uno de los mejores atletas de la historia del atletismo ubetense, Pedro Latorre. Quizás fue la media maratón que menos preparé los dias previos y en la que por circunstancias no pude llevar a cabo un calentamiento adecuado, pero tras el disparo de salida adopté una actitud atrevida intentando seguir el ritmo de grupos de atletas de buen nivel, hecho que no solo conseguí, sino que con el paso de los kilómetros el que tiraba de esos grupos era yo y me encontraba con fuerzas para alcanzar a nuevos altetas a los que la distancia mermaba en su capacidad física. De ahí al final, sufrimiento y lucha para que el ritmo de carrera no se me fuera en los últimos kilómetros, donde ya no me encontraba tan fresco, pero con el convencimiento de que si no desvanecía mi marca sería muy buena, y así fue, afronté la recta de entrada a meta con todo lo que me quedaba y paré el cronómetro en 1:17:35, bajando en casi un minuto mi marca personal conseguida en Almagro el pasado mes de mayo.
No me queda más que agredecer a los grandes atletas con los que entreno lo bien que me han acogido en mi incorporación al grupo, a mi familia por sufrir mis ausencias para entrenar y a mi compañero de trabajo y atleta Pedro Rico por todo el apoyo prestado cuando los resultados no eran los esperados.
